domingo, 1 de abril de 2007

I love to blasfeme

Llega la Semana Santa. ¡Qué bien, vacaciones! Pero algo malo tendría que tener: la religiosidad. No sé como me las he apañado, pero hasta ahora he vivido en tres casas, y las tres se encontraban al lado, o enfrente de una iglesia. Es horrible vivir un jueves santo, o viernes santo, o miércoles de ceniza, o domingo de ramos, o vete a saber qué, al lado de una iglesia. Cánticos, rezos, plegarias, lamentos, procesiones... Y os aseguro que todo eso no es nada agradable cuando la noche anterior has estado de juerga. ¿Los de los botellones molestamos? ¡Anda ya! Pregúntenselo a un barrendero de mi barrio. ¿Quién echa más mierda, los feligreses en estos días de procesión o los chavales bebiendo unas litronas en el parque? Si vivís aquí, la pregunta se contesta sola.




Yo he llegado a recibir cubos de agua por "molestar" cuando estaba bebiendo en la calle. No gritaba, ni cantaba, ni armaba escándalo. Por tanto, me veo con el derecho de permitirme la licencia de tirar cubos de agua a todos aquellos que me molesten a las 9 de la mañana con esos horribles cánticos, y ensucien mis calles con flores, confeti y propaganda religiosa.

Al menos me queda un consuelo. Tengo el mismo derecho a blasfemar que ellos a rezar a su dios. Por lo tanto, y con permiso de la libertad de expresión y con todo el respeto, me cago en dios y en su puta madre. Te quedas agusto. Y a lo mejor hasta me puedo ahorrar el cubo de agua en la cabeza de esos alborotadores ;)

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